Batman: Blink TPB

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Los lectores de cómic son un subgrupo de la especie homo lector que tiene sus peculiaridades y obsesiones y constantemente genera entretenidísimas discusiones bizantinas sobre qué es mejor, si el manga o el cómic estadounidense, si los álbumes al estilo francobelga o las historias por entregas, si Marvel o DC, independiente o línea de montaje, grapas o integrales. Sé de algunas personas que prefieren tener un tomo recopilatorio (también llamado TPB, por trade paperback) y no tener las revistitas, que no sólo suelen ser más frágiles sino que dependen de un par de grapas para mantener la cohesión de sus páginas. Eventualmente las grapas se oxidan, o las hojas se rompen, o peor aún, uno comienza a tratar la revista con cuidado infinitesimal para evitar que se aje, y la lectura pasa a ser un trabajo antes que un placer. Además, si bien ahora las publicidades suelen relegarse al final de la revistita, aquellas más viejas suelen tener publicidades intrusivas y que poco tienen que ver con la historia: ungüentos contra el acné, ofertas de suscripción o bebidas sin alcohol, cosas que tal vez no sean malas per se, pero que en este contexto no son bienvenidas. Los recopilatorios suelen ser más sólidos y carecen de toda publicidad, al menos de las de terceras personas o empresas, así que se pueden leer como un libro, o como una novela gráfica. (A pesar de que un TPB no es una novela gráfica.)

Mirado de esa forma, el argumento a favor del TPB parece a prueba de agua, pero en realidad es un argumento de otra época.

Hoy las revistitas escaneadas o digitales ya vienen sin publicidad, y en el peor de los casos uno mismo se puede encargar de extirparla en un par de minutos. En mi caso, prefiero las revistitas digitales a los recopilatorios, ya sean digitales o en papel. La excepción puede ser cuando, dentro de una serie antológica extensa, un TPB se dedica a uno o dos arcos argumentales que de otro modo hubiesen quedado demasiado dispersos. Y ese es, precisamente, el caso de este recopilatorio que reúne siete números de Batman: Legends of the Dark Knight, los que van del 156 al 158 y del 164 al 167.

Tomando este tomo como un todo, diremos que el guión es de Dwayne McDuffie, los dibujos son de Val Semeiks y Dan Green, con la paleta del veterano James Sinclair. Son historias de 2002-2003, o sea que al momento de editarse esta recopilación, ya tenían 12 años encima. Y ahora han pasado cinco años más, y sin embargo se leen como si se hubiesen escrito ayer por la tarde.

Blink

El primer arco cuenta la historia de un no vidente que, de hecho, no lo es, o al menos no lo es del todo. Lee Hyland carece de visión, al menos según la definición normal, pero no sólo tiene un perro lazarillo sino que tiene el poder de quedar conectado con cualquier persona o animal que él toque aunque más no sea por unos segundos. Desde ese momento y hasta que toque a otro, todo lo que vea esa persona lo va a ver él también, así que Hyland sobrevive tomando ventaja de ese don y usándolo para adueñarse de información bancaria, números de tarjetas de crédito, etcétera, de sus víctimas.

El problema se presenta cuando toca a otro que resulta ser un peligroso asesino serial y decide involucrarse y ayudar a una de sus víctimas, con lo que termina convirtiéndose él también en un blanco. Para peor, las cosas no son lo que parecen. Afortunadamente para él, ésta también es una historia de Batman.

Lo más interesante, a mi juicio, es la relación entre Hyland y Bruce, quien en un principio no cree plausible lo que éste le cuenta y ensaya un par de teorías alternativas, como por ejemplo, que de alguna manera el ciego ve a través de su perro, pero por prueba y error termina convenciéndose. (Uno creería que viviendo en un mundo poblado por personajes como Mister E o Deadman, Bruce sería un poco más fácil de convencer.) Lo que me atrapó fue el hecho de que, si bien Bruce sabe que se trata en el fondo de un no vidente, no trata a Hyland como a un minusválido. Estas sutilezas del guión de McDuffie levantan el nivel de la historia, que de otro modo sería una más de tantas del encapotado.

Don't Blink

En el segundo arco, el más extenso de los dos que componen este tomo, Batman se enfrenta a una banda de ladrones de bebés. Tanto él como Gordon saben quién es el responsable y lo tienen bajo vigilancia constante, pero no hay manera de conseguir pruebas. Por supuesto que, Batman siendo Batman, éste tiene un as en la manga, que no es otro que Lee Hyland, quien ha abandonado su antigua profesión. Sin embargo, cuando va a buscarlo a su apartamento, sólo encuentra a su perro lazarillo y a su novia Karen, quien le cuenta que hace varios meses Hyland fue abducido por un par de agentes del gobierno. Así que ahora Batman tendrá que rescatar a Hyland para que luego éste pueda ayudarlo a quitar de en medio al traficante de bebés.

La historia está bien, pero lo más interesante de este segundo arco siguen siendo los personajes y sus relaciones. Lo primero que hace Karen es abrazar a Batman, quien –evidentemente acostumbrado a suscitar el miedo de los criminales– no se esperaba esa reacción. Con eso le basta a McDuffie para marcar la inocencia de la chica. Aún más notable es la confianza que le tiene Batman a Hyland, a quien no sólo le ha salvado la vida sino que lo ha retirado de la vida criminal. El final, especialmente, esa resolución de una situación potencialmente devastadora que se cierra con las palabras cómplices de Batman, es la conclusión perfecta para un personaje muy interesante que seguramente no daba para convertirlo en un secundario permanente pero sí para un par de estupendas historias.

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Esta es una reseña original para el blog de Betina. Se permite la reproducción mencionando al auto. © 2021 Hugo C.

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