Instant Piano

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Tomar a cuatro creadores y darles cuatro números de 48 páginas en blanco y negro para que compartan una antología parece, así en abstracto, una buena idea, pero, si bien mi abuela diría que todos somos iguales a los ojos de Dios, también es cierto que está escrito que a unos se les da un talento, a otros dos y a otros diez. Dicho de otra manera, tal vez seamos iguales a nivel humano, pero no necesariamente seremos todos igualmente talentosos.

Y ése es el problema de Instant Piano, en una cáscara de nuez: la disparidad de los talentos convocados.

La formación consta, en riguroso orden alfabético, de Mark Badger, Kyle Baker, Robbie Busch, Stephen Destefano y Evan Dorkin. No hace falta que cambien de asiento, muchachos. Los evalúo en ese mismo orden.

El material de Mark Badger es digital: tiras y dibujos que cuentan cosas de su vida cotidiana, hablan de su lucha contra la esclerosis múltiple, se quejan del seguro médico o cuentan alguna que otra historia breve en tono de comedia. Gráficamente es interesante, es más, posiblemente en el momento de su publicación su técnica digital era incluso avant-garde, pero ahora esos grises y tramas han envejecido hasta la obsolescencia, y los dibujos no se sostienen con un guión que es básicamente un diálogo sobre los temas de actualidad. Posiblemente Badger tenga razón en sus comentarios y reclamos, pero son eso, comentarios, como los del noticiario de las 6. O sea, meh. Y sus historias breves son como esas comedias de antaño que usaban risas grabadas… pero, en este caso, sin risas, sólo silencio. A lo mejor para él eran cosas graciosas o simpáticas, pero sólo para él, así que su contribución a la antología termina aburriendo hasta el bostezo.

Kyle Baker tiene oficio y se nota: no sólo por momentos lo suyo es deslumbrante, sino que tiene un especial sentido del humor y la ironía que se disfruta en segmentos como "Suicide Hospital", "You Are a Fraud!" o "The Adventures of God". Sin embargo, es como si gran parte de lo que aporta a la antología fuesen cosas que tenía en el fondo de un cajón: saldos y retazos. Hay, por ejemplo, tres capítulos enteros de una primera aproximación a You Are Here que luego sería descartada y nunca fue reimpresa. Aún así, tiene el interés anecdótico de poder ver cómo funciona la cabecita de este gran autor. Gran parte del material de Baker en Instant Piano sería luego reutilizado en el recopilatorio Kyle Baker: Undercover Genie editado por DC para su sello Vertigo en 2003.

En cuanto a Robbie Busch, cuanto menos se diga, mejor. Hoy en día es un artista competente, pero estos dibujos de hace ya más de un cuarto de siglo son atroces y parecen garabatos hechos apresuradamente, sin el menor interés ni cuidado, para llenar el espacio que le fue asignado. "The Wusclenuts Show" es un espanto, y "Java Drive" amaga ser una historia al estilo de Jack Kerouac pero, al igual que las páginas de "You Are Here" de Baker, todo queda en agua de borrajas.

El arte de Stephen Destefano es atrayente, sus historias son hasta cierto punto entretenidas y por momentos incluso muy tiernas, en especial las de "Lena and Little Chooch", pero en cuarto número hay algunas que parecen más bocetos inacabados, especialmente las de "Garduna Music". ¿Experimentación, desánimo o apuro para cumplir con la fecha de cierre? A saber. También incluye algún que otro cómic con contenido escatológico, de no muy buen gusto, pero bueno, achaquémoslo a la experimentación.

Evan Dorkin es quien, a su manera, provee el humor más tradicional y efectivo con sus páginas rebosantes de tiras cómicas y en especial con las historias del "Eltingville Club". Mucho de este material sería luego reciclado a lo largo de varios números de Dork, el cómic que Dorkin publica esporádicamente junto a su esposa Sarah Dwyer para Kitchen Sink.

A ser sinceros la experimentación es la constante en estos cuatro números. Los cuatro prueban cosas nuevas, enfoques gráficos y narrativos nuevos, con mayor o menor éxito. En ese sentido, Instant Piano es básicamente un fanzine a cuatro manos.

Instant Piano fue publicado por Dark Horse entre 1993 y 1994 y no ha sido reeditado ni recopilado hasta el día de hoy.

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Esta es una reseña original para el blog de Betina. Se permite su reproducción en tanto se mencione al autor. © 2021 Hugo C.

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