Mierda de artista

m de artista

La siguiente reflexión está basada en un par de comentarios que hice ayer en HTAL al pie de una reseña (ajena) de un material que no es necesariamente de mi agrado, a pesar de tratarse de un cómic argentino "alternativo". Suelo apoyar ese tipo de material y soy un lector consuetudinario de fanzines, pero me suelo abstener de reseñarlos o criticarlos de forma alguna porque no me gusta poner palos en la rueda. En este caso he tenido que hacer una excepción, no tanto por el cómic en sí, sino por su reseña y alguna de las reacciones que suscitó.

I 

La tal reseña ya había sido publicada anteriormente en otra página y consistía en un elogio a ultranza de un cómic llamado Alienígena, editado en 2017, un material que a mi juicio –y midiéndolo con las mismas reglas que a otros cómics más ortodoxos– resultaba muy inferior: un dibujo basto y difícil de digerir y una penosa composición de la página, personajes deformes e inexpresivos, todo ello con un guión panfletario dirigido a un sector radicalizado. Cada uno se expresa como mejor sabe o puede, y, como siempre digo, hay público para todo. La defensa del material en la reseña pasaba, previsiblemente, por el lado del contenido LGBT y de la "valentía y compromiso" de la autora, a falta de mejores razones. En cuanto a lo artístico, el reseñador aludía a una calidad que simplemente no estaba allí. El puñado de páginas que ilustraban el artículo no le jugaba a favor.

Y fue así que hubo reacciones de uno y otro lado. No sé cómo habrá sido en la página en la que se publicó originalmente (ya que es una republicación), pero ésta ha sido una reseña que ha resultado polarizante debido a la cantidad y razón de los elogios dispensados al material, tanto como si alguien hubiera reseñado los primeros cómics de Rob Liefeld y lo hubiese ungido como el próximo Will Eisner. A algunos nos han parecido desmesurados, a otros les han parecido merecidísimos. No es la primera vez ni será la última, seguramente. Por supuesto que cuando alguien da una opinión o hace un comentario, se expone a que no todos compartamos su punto de vista.

Más allá de que uno como lector suele ser despiadado con aquello que no le agrada, reivindico el hecho artístico como tal, la experimentación de la autora, que obviamente tiene derecho a abrazar la propuesta estética que le parezca más apropiada. Tal vez lo que desencadenó la previsible reacción negativa fue ese elogio de las virtudes que no estaban allí, justamente en un tipo de cómic –el llamado underground o alternativo– que suele caracterizarse por su rechazo de de las virtudes "clásicas" como parte de su mensaje.

II

La reseña recibió comentarios que fueron generalmente lapidarios, aunque hubo alguno que otro que rompió lanza en favor del cómic en cuestión, siempre reivindicando cuestiones por fuera de lo artístico, y entre ellos no faltó quien invocara otros contenidos, por ejemplo, algunos dibujos poco felices publicados en El Víbora, o la primera temporada de The Simpsons, que tenía una estética bastante distinta a la que luego se establecería, buscando hermanar a Alienígena con propuestas artísticas más nobles o al menos más exitosas. Por lo general trato de mantenerme al margen de tales discusiones ya que prefiero escribir artículos antes que comentar reseñas ajenas, pero eventualmente terminé por decidirme a escribir uno o dos comentarios más bien extensos en los que intento hacer frente a tan desafortunada defensa de lo feo y digo que a la hora de asociar, a unos este producto les puede hacer recordar El Víbora, pero a mí más bien me recuerda lo que hacía Piero Manzoni, ese "transgresor" que envasaba su materia fecal y la vendía como "mierda de artista" (¡genial idea!). No es un juicio de valor sobre la calidad gráfica de este cómic –ya que posiblemente se trate de una elección "contestataria y rebelde" contra los cánones de belleza y las academias de dibujo, lo que se llama "feísmo" y tiene sus cultores–, sino sobre lo que es arte y lo que no y si todo panfleto lo es.

Será válido o no, pero en fin, para eso están las reseñas, para que cada uno diga lo que le guste o no. A mí, particularmente, no me va ni me viene el rollo LGBT ni lo panfletario a favor o en contra, lo que puedo decir es que con lo poco que he visto –las páginas que ilustran la reseña original–, a mí no me gusta el estilo de dibujo (?) de este cómic. Me parece que la cara no cambia de expresión, el dibujo no me parece ni ameno ni exquisito, ni capaz de transmitir la variedad de emociones que se dice que experimenta la/el protagonista, etcétera. Si vamos al caso, tampoco me gustan ni las palabras con x en lugar de vocales ni los comentarios que abusan de las negritas. Pero bueno, para gustos, colores. No creo que lea Alienígena en un futuro inmediato, simplemente porque no es una temática de mi interés. Aún así, aplaudo al reseñador por escoger esta obra, aunque más no sea por su valor como motor del pensamiento crítico. Buena suerte con sus futuras reseñas LGBT (que obviamente espero que haya más, aunque sólo sean republicaciones) y a la artista también le deseo que le vaya bien en sus futuros emprendimientos.

III

Supongo que lo importante para mí, como lector de cómics, no es la "valentía" o el "compromiso" de una persona que escribe o dibuja algo. Si alguien "carga con decisión y valentía contra la injusticia de la sociedad", etcétera, estupendo pero es para mí tan irrelevante como su edad o género o si hizo los dibujos rápida o lentamente o en ayunas. Lo importante es si la obra me atrae o no, y el tema de la estética es tan amplio que hay toda una rama de la filosofía que se encarga de ella. No se trata de tener la mente cerrada o abierta, sino de los gustos personales y los criterios artísticos o estéticos de cada uno, ese criterio subjetivo que uno suele llamar "buen gusto" y que aplica incluso al medir el uso de las negritas o el correcto espaciado en los párrafos de un comentario.

Y como siempre, está el tema de cuál es el público al que se apunta. Hay quien hace un cómic sólo para su propio consumo, hay quien lo hace para una franja etaria o para un colectivo (LGBT, neonazis, bronies, fans de Enrique Iglesias) y hay quien busca llegar a un público más amplio. Ahí sí podemos hablar de apertura o cerrazón, ya desde el momento en que se concibe una obra. Cuanto menos cerrada, más códigos se comparten. En el caso de Alienígena, no comparte las convenciones estéticas generalizadas, ni tan siquiera las reglas de la lengua castellana (ante la duda, intenten leer los diálogos en voz alta), así que, bueno, será una lectura para iniciados, nada más. Que sean felices con su discurso, y que pase el que sigue.

Éste es un artículo original para el blog de Betina. Se autoriza su reproducción total o parcial en tanto se mencione a su autor. © 2021 Hugo C.

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