Alpha: l'échange
A pesar del título, que alude solamente al primer álbum, hoy vamos con una reseña que implica a los primeros tres de la serie Alpha, creada por Renard y Jigounov para Le Lombard. Se trata de L'échange (1997), Clan Bogdanov (1999) y Le salaire des loups (2000), que conforman el primer arco de la serie. Alpha cuenta las aventuras de un espía norteamericano y estas tres historias componen su primer arco. Eventualmente el guión revelará su nombre real, pero para mantener la sincronía con la serie y evitar spoilers innecesarios, por ahora lo llamaremos Alpha, que es su nombre en clave.
Es una historia de espías con intriga, acción y en general todo lo que uno espera de este tipo de cómics. Pensemos en, por ejemplo, XIII o Largo Winch, para tener una idea del tipo de contenido al que hago referencia: hay historia, hay violencia, pero no se trata de una invitación al soponcio ni de una concatenación de secuencias de acción sin mucho sentido.
Eso sí, hay mucho texto que leer. No tanto, desde ya, como en los interminables bodoques de Robin Wood en las historietas de Columba o las infames parrafadas de Edgar Jacobs en Blake et Mortimer, pero casi. En el lado positivo de la ecuación: lo que vemos desarrollarse entre tiros y explosiones tiene una explicación más o menos razonable, o que al menos lo era a fines del siglo pasado. Y los personajes hablan sobre eso e incluso se toman la molestia de escribirlo en un pizarrón, en caso de que fallemos en la comprensión del escenario. Lo que no quiere decir que no haya acción. Tal vez no tanta como en una película de James Bond, pero la suficiente como para que no cabeceemos a mitad del libro –dinámica, bien dibujada, pero al estilo francobelga, es decir que si bien no se trata de dibujitos estáticos, su planteo es distinto a los del manga o de sus similares norteamericanos. No digo mejor ni peor, sino distinto.
Hay, además, una cierta (mínima) autocensura, ya que hay algunas cosas que se mantienen fuera de cámara: dos hombres son decapitados, una mujer es violada y asesinada, cosas que tienen sentido dentro de la trama y el contexto, pero que se mantienen (mayormente) lejos de la visión del lector.
El primer álbum se inicia con la abducción de un empleado de una empresa con el fin de obtener la fecha de una determinada reunión que alguien tendrá esa misma semana. Entretanto, Alpha se hace pasar por un artista en busca de mecenazgo y se cruza "por casualidad" con la bella Assia Donkova, dueña de una galería de arte parisina. El grueso de este primer álbum se reparte entre la relación de Alpha con esta mujer a quien intenta seducir, o mejor dicho, a quien intenta hacerle creer que la intenta seducir, ya que su verdadero propósito es básicamente el mismo que el de los del grupo que secuestró al empleado: averiguarlo todo sobre un intercambio de dinero por droga que se llevará a cabo en breve. Assia es la esposa de uno de los jerarcas menores de la mafia rusa que están involucrados en el trato y es ella quien se encarga de organizar los detalles de la reunión.
La historia corre más por el lado de Le Carré que de Fleming, por decirlo de algún modo. Si bien Alpha no nos abruma con un sinfín de cavilaciones y conflictos, es un espía mucho más humano que el típico operario de los servicios de inteligencia que nos muestran las películas o las novelas de a centavo. Por lo pronto, el tipo se termina enamorando de la bella Assia y eso complica la situación de todos los implicados.
La serie mantiene el mismo guionista (y lo mantendrá por varios años más), pero cambia de dibujante en el tercer álbum. Mucho más adelante habrá un nuevo reemplazo y ambos son competentes, pero tengo que reconocer que extraño a Jigounov, que dota a sus personajes de más humanidad y personalidad que su sucesor. Más allá de esas observaciones, este primer arco de Alpha es una buena introducción a una sólida (y recomendable) serie de espionaje e intriga.
Esta reseña se publicó originalmente en HTAL. Se autoriza su reproducción total o parcial en tanto se mencione a su autor. © 2021 Hugo C.
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