I Am Not Starfire

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Hola amigos, ¿cómo están? Yo bien, y mi gata Flora ya tiene las vacunas al día. Y tengo que decir que me identifico con la protagonista de I Am Not Starfire (2021). En serio.

Sucede que yo tampoco soy Starfire. No soy pelirrojo, ni extraterrestre, ni pertenezco al sexo femenino, ni soy un personaje de cómic creado por Marv Wolfman o George Perez. Así que ni ella ni yo somos Starfire. Posiblemente la mayoría de los lectores (o incluso lectoras) tampoco lo sean.

Pero bueno, hasta ahí llegan las coincidencias.

Porque tampoco soy una adolescente envidiosa y resentida que odia a todos excepto a su amigo vietnamita y su cacatúa. (La cacatúa es de ella, no del amigo vietnamita.) Hay también un interés amoroso, pero a ella la aborrece intermitentemente.

En fin, vamos al cómic en cuestión, comenzando por el título, que es un título válido y lógico. La niña se llama Mandy Anders, tiene 16 años y dice que no es Starfire, y es cierto, ella no es Starfire. Sólo Starfire es Starfire, y aunque no estoy del todo seguro de que esta señora lobotomizada pero bien intencionada sea la Starfire que uno recuerda de los Teen Titans, seguramente en este cómic, ella es Starfire, o al menos la Starfire de Tierra-355 o algo así. Por lo pronto, algunos críticos ya han rebautizado a este nuevo personaje como "Dumpster Fire", una expresión que suele aplicársele a alguna cosa o situación desastrosa, como por ejemplo, las ventas de los cómics de DC.

De aquí en más hay SPOILERS de todos los colores. Quedan advertidos.

¿De qué va esta novela gráfica? Una adolescente desagradable y antipática está resentida porque su madre es bonita y atractiva y ella no. Busca que la acepten tal como es, pero no acepta a los demás. Esa misma adolescente anda tras los huesos de una de sus compañeras de preparatoria, que también es bonita y atractiva, como su madre. La misma adolescente también resiente el hecho de que su madre sea una superheroína y tenga poderes. Pasan una o dos cosas y al final de la novela, ella también obtiene poderes, aunque eso sí, sigue siendo tan desagradable y antipática como al comenzar la historia.

Mandy es una niña malcriada que culpa de todo a su madre, quien, a fuerza de ser justos, no la ha criado demasiado bien, a juzgar por el resultado final: una adolescente agria y resentida que agrede a todo el que se le cruza. Algunos de los que alaban este cómic sostienen que se critica a la protagonista por ser lesbiana, pero no es así, gente: se la critica por ser una persona horrible. Para empeorar las cosas, la historia comienza con una Mandy horrible y lo termina con una Mandy horrible pero con poderes.

Ah, sí, porque la solución a todos los problemas de una adolescente resentida consiste en adquirir superpoderes.

Uno ya se ha acostumbrado a Nightstar (Mar'i Grayson), la hija de Dick y Kory que aparece en Kingdom Come, estupendamente ilustrada por Alex Ross y que terminó siendo incorporada a la continuidad "oficial" hace ya unos años, pero aún si no lo hubiese sido, esta continuidad, la de I Am Not Starfire, es otra, en otro mundito, y de todos modos, en el universo DC actual todo coexiste y todo vale, ya se trate del Batman vampiro de Red Rain, el de la serie de 1966, la Nightstar de Kingdom Come o este muñeco desagradable y antipático que nos intentan vender en I Am Not Starfire.

Basta con mirar los ojos de Kory y de su hermana para ver que la estética de este cómic es la de los cartoons y no la de la serie regular. El estilo de Yoshitani es adecuado al tema, que no es, como uno podría pensar, un cómic de superhéroes, sino una novelita rosa en la que la adolescente incomprendida se enamora por primera vez. Es el estilo de un libro de cuentos para preadolescentes o de una animación al estilo Steven Universe, con elementos del Al Jaffee de las dobladitas de la revista Mad y del Balthazar Franco de Tiny Titans y tal vez incluso con algo del manga más básico, digamos un Doraemon. Es un estilo para contar historias de My Little Pony, no para las elucubraciones de una adolescente resentida. Las escenas de acción –que afortunadamente son pocas y relativamente breves– lisa y llanamente apestan.

Lo que queda claro es que se busca evitar lo que se ha dado en llamar la male gaze, la "mirada masculina", ya que ahora también está mal visto presentar una mujer que resulte atractiva a los ojos masculinos. En cuanto a la masculinidad en este cómic, uno tendría más éxito buscando almejas en Marte. Incluso hay un personaje secundario, el confidente de Mandy, que parece haber sido armado tildando casilleros para crear un varón emasculado y no tóxico, funcional a la agenda del día.

La historia en sí es una tontera de ésas que se publicaban hace 70 años en revistitas como Modern Love o Modern Romance, pero aderezada con un poco de lesbianismo acorde a los tiempos que corren e insertada en el universo DC para asegurarse de que alguien la lea, aunque más no sea por curiosidad. Sin embargo, como pertenece a una realidad alternativa, no es nada por lo que valga la pena perder el sueño. (Y de todos modos, como dijo alguna vez Robert Crumb: "Son líneas sobre papel, amigos".)

Este cómic pertenece a la línea DC de novelas gráficas para "adultos jóvenes" –o sea, adolescentes de 18 a 34 años– que supuestamente gustan de estas cosas. (Digo "supuestamente", porque se supone que hay estudios de mercadotecnia que avalan esas preferencias. Y sin embargo, no les está yendo muy bien que digamos: no sé si recuerdan que a fines del año pasado, DC cerró el área encargada de este tipo de novelas y despidió a la editora a cargo del sector.) Este cómic está ilustrado como un cuentito infantil, pero a la vez está escrito con tantas profanidades que espantará al más liberal de los padres (o madres o tutores o encargados) y bibliotecarios. Ni chicha, ni limonada.

Tal vez el lector habrá oído hablar de esa (apócrifa) maldición china que decía: "Ojalá te toque vivir en tiempos interesantes". Pues bien, los comiqueros vivimos en tiempos interesantes y maldita la gracia que nos hace. Desde hace unos años, los comics y las películas se han convertido en usinas de propaganda y entre la corrección político-sexual de raza y género y la cultura de la cancelación, se ha ido transformando el panorama de editoriales y estudios. Es en este contexto que aparece este cómic. Y termina sucediendo con él algo similar a lo que pasó con la película de Black Widow: los medios de prensa afines le dan tanta manija al ángulo woke y buscan la provocación sin sentido –con frases como "una película que pone a los hombres en su lugar", por ejemplo– , que para cuando sale el producto a la venta ya estamos predispuestos en su contra. De todos modos, en ambos casos no se trata de un producto demasiado bueno.

Volviendo al argumento, tenemos página tras página de malhumor, frustraciones y suspiros adolescentes. Es siempre lo mismo, sin la más mínima señal de cambio o progreso, hasta que eventualmente aparece la hermana de Starfire, una señora que tampoco es Starfire pero aún así viene a pelear por el control del planeta Tamarán, y por un instante uno creería que Mandy es en realidad hija de su tía –es decir, que en realidad ella vendría a ser su prima–, pero no, lamentablemente la villana de este cómic no llega ni por lejos a ser tan desagradable como la protagonista. (Algunos dicen que Mandy Anders es una auto-inserción de la autora. Esperemos que no sea así, por el bien de sus vecinos, amigos y parientes.)

Un detalle interesante de esta novela gráfica es cómo se la presenta a Starfire: hueca, con poca inteligencia, promiscua y fácil de derrotar, una sombra de lo que suele ser en sus apariciones regulares. Más de un reseñador ha remarcado que normalmente Starfire se come a Blackfire al horno con papas, pero aquí Kory es una pobrecita que necesita que su hija (con cero experencia y hasta ahora sin poderes) la defienda. Es como una Mary Sue al revés.

Supongo que una de las razones del fracaso narrativo de este cómic es que la hija de Starfire termina siendo una acumulación de características y nada más. Es gorda, lesbiana y envidiosa. Con sólo una de esas características hubiese bastado para hacer una historia interesante: la lucha de Mandy por la autoaceptación, o sus problemas como lesbiana, o su relación con su madre la superheroína. Pero no, tuvieron que amontonar todo y la historia terminó siendo la nada misma, que la que mucho abarca, poco aprieta y termina perpetrando un cómic como I Am Not Starfire.

Así que, como ven, este cómic no es parte de las historias habituales de los Teen Titans; es otra cosa. I Am Not Starfire es una historia adolescentonta y muy, pero muy previsible, que cuenta con un cameo extendido de los Titans, una villana fácil de derrotar y poco más. Aún así, es seguro que este cómic recogerá algunas críticas positivas e incluso algunos premios. Pero no nos engañemos, esas críticas y premios no tienen que ver con la calidad artística sino con el discurso. Y por sobre todas las cosas, esta novelita gráfica es un producto marginal, dirigido a un pequeño sector del mercado y destinado al olvido de manera casi inmediata, como sus antecesoras. ¿La recomiendo? Sí, para quienes busquen un ejemplo de cómo NO hay que escribir una historia. De lo contrario, abstenerse.

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Una versión similar de esta reseña ha sido previamente publicada en HTAL. Se autoriza su reproducción total o parcial en tanto se mencione a su autor. © 2021 Hugo C.

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