Traduciendo títulos y demás atrocidades
Tiro un par de pensamientos desordenados acerca de las traducciones. ¿Por dónde comenzar? Veamos. Hay cosas que se traducen y otras que no. Por ejemplo, los nombres propios. Hace años se solían traducir, si no los apellidos, al menos los nombres de pila. Así, teníamos a Julio Verne, Alejandro Volta o Jorge Washington. De a poco se fue perdiendo esa mala costumbre, y hoy nadie piensa siquiera en decir Silvestre Stallone o Arnoldo Schwarzenegger. La excepción suelen ser los toponímicos. Nadie dice: "Este verano me fui de vacaciones a London". Decimos: Londres. Y lo mismo con Ciudad del Cabo, Bruselas y Estocolmo. Y también, muchas veces, los apodos son una excepción. Un par de ejemplos: "Scarface", el apodo de Al Capone, suele traducirse como "Caracortada"; Asimismo, algunos nombres como "Sitting Bull" ("Toro Sentado") y los nombres de los reyes y los papas. Aún así, a veces no es tan fácil. Veamos el caso del "Joker": en L...