Traduciendo títulos y demás atrocidades

La Jungla en Moscú

Tiro un par de pensamientos desordenados acerca de las traducciones. ¿Por dónde comenzar? Veamos. Hay cosas que se traducen y otras que no. Por ejemplo, los nombres propios. Hace años se solían traducir, si no los apellidos, al menos los nombres de pila. Así, teníamos a Julio Verne, Alejandro Volta o Jorge Washington. De a poco se fue perdiendo esa mala costumbre, y hoy nadie piensa siquiera en decir Silvestre Stallone o Arnoldo Schwarzenegger.

La excepción suelen ser los toponímicos. Nadie dice: "Este verano me fui de vacaciones a London". Decimos: Londres. Y lo mismo con Ciudad del Cabo, Bruselas y Estocolmo.

Y también, muchas veces, los apodos son una excepción. Un par de ejemplos: "Scarface", el apodo de Al Capone, suele traducirse como "Caracortada"; Asimismo, algunos nombres como "Sitting Bull" ("Toro Sentado") y los nombres de los reyes y los papas. Aún así, a veces no es tan fácil. Veamos el caso del "Joker": en Latinoamérica se lo conoció durante años como "el Guasón", en el sentido de bromista, quien bromea. Sin embargo, en los cómics de la DC hay un personaje llamado "el Bromista", originalmente el "Prankster". Y también estaba el "Trickster", por supuesto (el papá de Stephanie Brown, la "Spoiler"). Volviendo al "Joker", en algún momento se lo llamó "el Comodín", que tal es el nombre de su equivalente en la baraja francesa. Finalmente, y quizás en parte por los cambios en la lengua y en parte por la globalización, hoy en día se lo conoce en todas partes por su alias original.

Hablando de lo cual, es interesante que en español se diga Superman y no Superhombre, aunque en portugués se lo publique como Super-Homem.

Algo similar pasó en su momento con algunos personajes de Disney. Gyro Gearloose pasó a ser Giro Sintornillos en Latinoamérica y Ungenio Tarconi (o Ciro Peraloca) en España. Huey, Louie y Dewey pasaron a ser, en Latinoamérica, Hugo, Paco y Luis, y en España, Juanito, Jorgito y Jaimito. Mickey se llamó en Italia Topolino, es decir, "ratoncito". Sin embargo, el Topo Gigio –personaje creado por la italiana Maria Perego– siguió llamándose así en Latinoamérica, en vez de, como hubiese correspondido, el ratón Gigio.

Un caso curioso es el del protagonista del manga Mach Go Go Go, creado por Tatsuo Yoshida en 1960 y trasvasado al animé en 1967: un corredor aventurero llamado Go Mifune –de ahí la letra G en su polo–: cuando se lo adaptó al mercado estadounidense, tanto el animé como el protagonista pasaron a llamarse de la misma manera: Speed Racer. En Latinoamérica se lo conoció como Meteoro, "el rey de las pistas".

Quién más, quien menos recuerda las ediciones de Novaro en las que los nombres de los personajes, más que traducirse, se trastocaban. Bruce Wayne era Bruno Díaz, Hal Jordan era Raúl Jordán y Barry Allen era Bruno Alba. Dos excepciones: Clark Kent, que conservó su nombre intacto, y Oliver Queen, que fue traducido –nombre y apellido– como Oliverio Reina.
Una mención para los cómics de Marvel traducidos por Forum y sus continuadores: Wolverine pasa a ser otro animal y ahora es Guepardo, en tanto que Rogue, que seguramente también es un poco pícara, pasa a serlo de manera oficial; para alegría de los cocineros, Hulk es La Masa. Deadpool es Masacre. (Aunque hay que reconocer que si se llamase "Lotería de la muerte" se las hubiese puesto difíciles al rotulador de Forum). Ah, y cómo no le iban a traducir el apellido al pobre Nick Fury… Faltaba más.

También: hay cosas fáciles de traducir, otras no tanto, y otras directamente intraducibles. Vamos con uno o dos ejemplos.

The Pianist (2002) se traduce como El pianista. Listo, fácil. No sólo el título es sencillo, sino que la película trata acerca de un tipo que se dedica a tocar el piano. En cambio, Die Hard (1988) es harina de otro costal. La primera traducción que viene a la mente, sin recurrir al diccionario, es "empedernido", como en la expresión die hard fans, fanáticos empedernidos, aunque en este caso suele escribirse como una sola palabra: diehard. También, como terco, testarudo. Uno ve a Bruce Willis en el afiche y no le cuesta mucho aceptar esa traducción. Hay, por supuesto, un juego de palabras o un segundo significado que sugiere que John McClane es difícil de matar. Así, en Latinoamérica la película se estrenó con el título de Duro de matar, que toma ese significado y omite las sutilezas. Duro en el sentido de difícil, como en los videojuegos, que suelen tener tres niveles, easy (fácil), medium (medio) y hard (difícil). Nótese que el título, aquí, como en el original, se refiere al protagonista. En cambio, para la traducción orientada al mercado español se optó por la referencia al lugar donde se desarrolla la acción, es decir, un rascacielos: la jungla de cristal.

Las sucesivas secuelas se estrenaron en Latinoamérica con los ingeniosos títulos de Duro de matar 2: más duro todavía (1990), Duro de matar 3: la venganza (1994) y Duro de matar 4.0 (2007). Sin problemas, ya que el título seguía haciendo referencia a lo difícil que resultaría cargarse a John McClane. En España, en cambio, no les fue tan bien, ya que, a diferencia de la primera película, la segunda se desarrolla en un aeropuerto, la tercera tiene lugar en diversas locaciones de la ciudad de Nueva York y la cuarta, en la Costa Este de los Estados Unidos. ¿De qué "jungla de cristal" me hablan?

Así, para las secuelas se omitió hablar del cristal y pasaron a ser La jungla 2, La jungla 4.0… a excepción de la tercera parte, Jungla de cristal 3: la venganza.

Y así llegamos a la quinta y última entrega, la pésima A Good Day to Die Hard (2013), que en Latinoamérica fue rebautizada como Duro de matar: Un buen día para morir, es decir, un título que en realidad son dos, lo mismo que en España, donde se la conoció como La jungla: Otro día para morir.

Ahora bien, uno mira el afiche correspondiente y ve a Bruce Willis y Jai Courtney, armados con sendas ametralladoras y con el Kremlin de fondo, y queda al borde del ACV. Porque el título reza: "Bruce Willis. La jungla. Un buen día para morir. Padre e hijo juntos en el infierno." Uno piensa: ¿Qué jungla? ¡Es el jodido Kremlin! ¡No es una jungla, hay nieve!

Hay que decir que además hay unas llamitas sobreimpuestas que parecen estar cocinando a Courtney, pero sólo ayudan a la confusión. Tal vez hubiese sido mejor que se hubiera optado en un principio por un título como el que sugería Esteban Podetti en su blog: Medio muerto en camiseta.

Algunas otras joyas de la traducción

The American (2010). Retitulada como El ocaso de un asesino. Lo correcto hubiese sido tal vez El norteamericano. O si no, El estadounidense. Puestos a contar la película, bien hubiesen podido ponerle El tipo que al principio parece bueno pero en realidad es un asesino a sueldo que se va a esconder a un pueblito italiano pero las cosas no le salen bien y al final muere.
The Green Mile (1999). Aparentemente La milla verde no parecía el título correcto para un relato de Stephen King acerca de un condenado a muerte por la violación y asesinato de un par de niñas. Por eso tal vez el traductor decidió ponerle Milagros inesperados, que parece el título de una inocente película para todo público.
Home Alone (1990). Mi pobre angelito. ¿Y por qué no Solo en casa? Vaya uno a saber.
Police Academy (1984). He aquí un caso peculiar. En España fue Loca academia de policía y en Latinoamérica, Locademia de policía. El título original buscaba el contraste entre su sobriedad y las locuras que supuestamente contenía la película en sí, efecto que desaparece totalmente en la traducción.
Lost in Translation (2003). Perdido en la traducción, si hablamos del personaje de Bill Murray. O si no, Perdidos en la traducción, si incluimos al de Scarlett Johannson. Pero no, terminaron poniéndole Perdidos en Tokio y quitándole toda la sutileza.
Ice Princess (2005). Soñando, soñando… triunfé patinando. Sí, sí, en serio. Con el mismo criterio, The Pianist pudo haber sido Tocando, tocando... de los nazis me salvé raspando.
The Naked Gun (1988). En Latinoamérica se tradujo literalmente como La pistola desnuda. En España fue Agárralo como puedas. No es que el título original tuviese mucho sentido, pero aún así…
The Nightmare Before Christmas (1993). Aquí la conocimos como El extraño mundo de Jack.
Love Is a Many-Splendored Thing (1955) se tradujo como Angustia de un querer. ¿Cómo pasamos de "El amor es una cosa esplendorosa" a ese título? Tal vez el encargado de la traducción tuvo una mala noche, o riñó con su pareja...
Rosemary's Baby (1968). En España se la conoció como La semilla del diablo, un título que te ahorra ver la película ya que te cuenta el final. En Latinoamérica se tradujo como El bebé de Rosemary, menos mal.
Some Like It Hot (1959). O sea, A algunos les gusta caliente. Pero no, en la tierra de Cervantes se la estrenó como Con faldas y a lo loco.
Weekend at Bernie's (1989). La traducción fácil (y correcta) hubiese sido Fin de semana en lo de Bernie. Mejor pongámosle Este muerto está muy vivo.

Tal vez le resulte increíble a un centennial, pero antes de la globalización, hubo un tiempo en el que se traducían los títulos de las canciones al publicarse los respectivos álbumes:
"Please Please Me", de los Beatles, se tradujo como "Por favor, yo", en vez de "Por favor compláceme". Al menos no le pusieron "Por favor, por favor yo". Qué sé yo.
"The Lady Is a Tramp", un clásico del easy listening, como "La dama es una trampa", en vez de "La dama es una cualquiera".
Otra de los Beatles: "Don't Let Me Down" ("No me decepciones") fue "No me dejes caer". Y así hay muchos ejemplos…

Y podría seguir con las malas traducciones de los títulos de libros y otras menudencias, pero por ahora la corto acá. El lector sagaz notará que más que nada me he referido a las traducciones del idioma inglés, que es aquel con el que estoy más familiarizado, pero ¿cuántas atrocidades se habrán perpetrado en otros idiomas?
Addenda
La traducción técnicamente correcta de wolverine, si del animalito hablamos, no es "guepardo" ni "lobezno" sino "glotón". Chusmeando por Googlelandia leo: "el glotón es un animal fornido, con mucha musculatura, que tiene la capacidad de cazar animales mucho más grandes que él". Claro, pero lo primero que nos viene a la mente es Charles Laughton haciendo de Enrique VIII y masticando un muslo de faisán.

Po favó

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